domingo, 28 de septiembre de 2014

#Análisis - Ya nadie se acuerda de Rosie Larsen

Holder y Linden mirando en el maletero
Parece que fue ayer cuando estrenaron el remake de The Killing y todos los culturetas decían que la danesa era mejor. Cuando se terminó la primera temporada sin conocer al asesino y la gente se subía por las paredes. Cuando se sacaron de la manga una tercera temporada sin venir a cuento y nos cancelaban la serie. Cuando a Netflix le dio por terminarla.
Y el caso es que ya se acabó... No tendremos más casos de una serie que para mí estuvo a muy gran nivel, incluso en esta cuarta temporada, hasta el último capítulo. Creo que ya he comentado esto en alguna otra entrada, pero con los dramas quiero finales trágicos, no pasteladas. Si lo que sale del alma al terminar de ver el episodio es un «¡no me jodas!» es que os habéis cargado en cinco minutos toda una serie. No como en Lost, que a mi nunca me gustó especialmente, sino dejando sabor amargo por sólo cinco minutos en cuatro temporadas. La mitad de las críticas que le han hecho a la serie en estos años me dieron igual, pero después de todo este tiempo sólo me podía imaginar a Linden muerta o loca y a Holder feliz o tirado debajo de un puente. Cuando lo que me encuentro es un *SPOILER* «cinco años después» con un padre soltero feliz que ya no es policía y guía AAs y una Linden que se encuentra consigo misma y vuelve a por él... ¡No me jodas! Se admiten opiniones encontradas...

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